MÁS ALLÁ DE LO APARENTE: NUESTROS ESTADOS INTERNOS.

Una de las particularidades de esta experiencia física es, aunque yo diría que la mayor, la emoción. Sin embargo, a otro lado de las emociones que experimentamos día a día, encontramos algo que define nuestro sistema energético: nuestros estados internos.

Nuestros estados internos van más allá de las emociones y los pensamientos. También van más allá del cuerpo físico. Nuestros estados internos son la suma de todos nuestros cuerpos sutiles y nuestro cuerpo sólido. Es decir, un estado interno es la suma de nuestro cuerpo físico, nuestro cuerpo emocional, nuestro cuerpo mental y nuestro cuerpo espiritual. Este resultado, se traduce en un estado energético o dicho de otra manera, es la forma en la que nos movemos en nuestra vida. Cada cuerpo energético está moviéndose (vibrando) de una forma concreta y a su vez, esa manera de vibrar, viene determinada por diferentes movimientos de nuestras partículas. Es decir, cada cuerpo sutil vibra como la suma de distintas frecuencias energéticas dentro del mismo. Para comprender esto, vamos a tomar la referencia de una orquesta de música. Dentro de la orquesta, suenan distintos instrumentos de forma más o menos simultánea. Los instrumentos que conforman la orquesta suenan a diferentes frecuencias y timbres, desde las más graves a las más agudas; desde el viento a la cuerda. Dependiendo del momento temporal de la música que ejecute la orquesta (el minuto que estoy escuchando de la sinfonía, por ejemplo), sonará una parte de la música u otra.
Ahora vamos a extrapolar este ejemplo a nuestra vida y a nuestros estados internos. Si nuestra vida fuera una partitura completa de una sinfonía orquestal, el tiempo sería aquello que me permite escuchar un fragmento de la composición concreto. Ocurre, que a veces, estamos tan centrados en la sinfonía de otras personas, que no me doy cuenta de cómo suena mi propia sinfonía o no le presto atención. O sea, no soy consciente de cómo sueno yo.
Llegados a este punto, es donde puedo decir que, es aquí donde el universo echa mano de todas las herramientas de las que dispone: la ley de la vibración, la ley de la atracción… Me pone alrededor y con amplificador aquellas circunstancias, personas y cosas que suenan de la misma forma que están sonando algunas partes de mí. Si he trascendido parte de los mecanismos egóticos, podré hacer un ejercicio de humildad y dejaré de mirar o atender cómo suena el mundo para pasar a enfocarme en CÓMO SUENO YO. También puede ocurrir que a pesar de estar enfocados dentro, estamos tan atentos a una sola melodía de la sinfonía y no escuchamos el resto. Por ejemplo, puedo estar demasiado centrado en mis emociones o pensamientos y haber dejado olvidado el sonido de mi cuerpo físico.
Esto, se puede convertir en obstáculo cuando, nuestro momento presente, atiende no solo a este momento temporal concreto, sino que este momento temporal parece que ya sonó en otro momento de mi vida. No obstante, aquí es clave escuchar con atención, porque aunque parezca estar sonando lo mismo, hay algunos instrumentos que me han pasado desapercibidos.
Ahora, te propongo un ejercicio. Escucha atento esta sinfonía, exactamente el primer minuto. Escucha como la melodía del comienzo es repetida por otros instrumentos más graves después. La melodía parece ser la misma, pero los instrumentos no.
Por eso te pido, que la próxima vez que en tu vida se repita alguna melodía (alguna situación, alguna emoción, algún problema…) recuerdes que esa repetición es sólo aparente y que hay todo un estado vibratorio que lo define. Aprovecha para ir más allá, trascender, ahondar, escuchar con oídos distintos lo que escuchaste en un momento y que ahora estás preparado para recibir de otra manera. Es posible, que el universo suene como tú, porque te guarde empatía y porque te ama. Creo que es la razón por la que nos manda toda la ayuda posible, para así llegar al fondo de nuestros asuntos y sanar aquello que nos perjudica. En definitiva, se trata de que seamos felices. ¿No crees?
P.D. Te recomiendo escuchar el resto de la sinfonía, es una preciosidad.