DESCUBRIR QUÉ NOS MUEVE HACIA EL AMOR

Creo que todos tenemos un motor interno que hace que todo nuestro interior cambie hacia un estado energético más positivo. Con más positivo me refiero a mayor claridad, mayor comprensión, mayor conciencia, mayor tranquilidad, mayor unidad… hacia nosotros mismos, en nosotros mismos y por tanto hacia la vida. Ese motor es como un mecanismo que empuja a nuestra energía para que se equilibre y para que nuestro bienestar se manifieste. Este motor incluye un proceso creativo. Desde el punto de vista energético la creatividad es el proceso por el cual tomo energía de la Tierra (la que me permite estar encarnado) y la paso dentro de mí para realizar alguna actividad. Esa actividad puede ser el trabajo, la limpieza de la casa o colorear un mandala.

Una de las cosas en las que más enfatizo cuando alguien llega algo “perdido” a trabajar conmigo es  que realice algo creativo, algo que le traiga de vuelta hacia su interior, algo que le permita realizar un viaje hacia sí mismo. Ese algo es lo que pone en marcha el motor que nos mueve hacia el amor y hace que nos desestanquemos. Sin embargo, me doy cuenta de que muchos no saben si quiera qué es lo que les puede aportar ese beneficio al que tenemos derecho acceder.
¿Cuáles pueden ser esas actividades creativas? Pues depende de cada uno, en cada individuo es una. Hay quien le funciona muy bien el yoga, otros el baile, la meditación, colorear, caminar, escribir, dibujar, cocinar, sentarse en un banco de un parque, hacer cuentas, organizar… Eso sí, es una actividad individual que no depende que haya alguien o no para que realizarla.
Cuantas más capas vamos pelando de nosotros, cuanto más dolor y sufrimiento vamos drenando y cuanto mayor es el autoconocimiento que tenemos, mayor es el efecto de esta actividad y de este motor.
En mi caso personal, es la escritura. Recuerdo hace unos años cómo me quedó de claro porque cada vez que dejaba de escribir me desentonaba muchísimo. En otra época en la que me tuve que sacar del pozo, fueron mis cuadernos los que me sacaron de allí. A día de hoy, escribo una media de tres-cuatro horas diarias y lo necesito como el aire que respiro. Durante este proceso soy yo conmigo misma, es mi lugar de encuentro y de reunión, es la oportunidad que me brindo para sanar automáticamente mientras escribo. Ahora sé que es mi poder en acción, la capacidad que tengo (tenemos todos) para arrojar consciencia allá donde esté con mi motor en marcha.
Solo añado una cosa muy importante y fundamental: HAY QUE PONERSE. Si no lo haces tú no tiene efecto.
Con mucho amor, Fani.

 

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