¿CUÁL ES MI MOTOR PARA DARME A LOS DEMÁS?

Hay ocasiones en que hemos dado hacia fuera, nos hemos dado hacia los demás y tenemos la sensación y el sentimiento de que nos hemos desgastado. A veces, damos y damos, pero se nos olvida o no sabemos realmente cuál es la razón por la que lo hacemos. Damos esperando que las personas a las que nos damos nos correspondan o nos respondan aunque sea en cierto grado. Tal vez esa respuesta sea una pizca de reconocimiento, un poquito de cariño, una migaja de aceptación, unos instantes de compañía, unos momentos en los que somos escuchados… Independientemente del motor que le pongamos a este DAR, la vida se las arregla (nosotros a través de la vida) para mostrarnos la realidad de lo que estaba ocurriendo.

Llegados a este punto vienen los momentos de inflexión, los altos en el camino en las relaciones y en nuestra vida. No hablo solo de las relaciones de pareja, estoy también refiriéndome a los hijos, a los amigos, a la familia, a los compañeros de trabajo… Estas pausas nos permiten arrojar un poquito más de claridad y lucidez a nuestras relaciones, a cómo nos desenvolvemos dentro de ellas. Así podemos toparnos con que estábamos poniendo demasiadas expectativas en las personas implicadas, o tal vez, si estamos en un momento de vida en los que andamos más avispados y menos quejicosos, se me plantan unas gafas algo más certeras que me ayudan a ver por qué me he generado esta situación de nuevo. Sea cual sea nuestro caso, creo que es importante conectar con quien somos en realidad y comprender desde el amor y el respeto hacia nosotros por qué hacemos y sentimos las cosas de una forma determinada dentro de las relaciones.
Así, llegados a este punto, el foco ya no es lo que otros hacen respecto a lo que yo doy o soy en las relaciones, sino todo lo contrario. Lo sustancial es saber quién soy yo respecto a mí mismo y por tanto lo que soy respecto a los demás, sale solo. Más allá de lo complicado que pueda parecer es muy sencillo y uno se puede dar cuenta haciendo las preguntas adecuadas, como por ejemplo:
¿Por qué doy amor a otros? ¿Cuál es mi motor o mi motivación para hacerlo? ¿Doy por obligación, porque es lo que aprendido, porque es lo que se supone que se hace…-según quién? ¿Doy por miedo a no recibir?
Y también, ¿doy porque es lo que realmente quiero hacer? ¿Doy porque sé que es lo único que me puede salvar de una existencia aburrida y desastrosa? ¿Doy porque me convierto en una mejor persona cuando lo hago? ¿Doy porque me nutre?¿Doy porque estoy lleno de amor y no puedo evitarlo? Etc.
Con estas preguntas no me refiero a que haya que dar sin medida, realmente creo que debemos de dar en la medida en que estemos preparados y no nos suponga un suicidio emocional. Aunque también es cierto que hay quien necesita suicidarse unas cuentas veces para ver con claridad. Realmente creo que dar todo lo que uno es sin expectativas requiere saber hacerlo o haber llegado a ese punto en el que dando sin medida es como eres feliz. Muchos no estamos ahí aún, por eso creo que necesitamos conectar bien dentro de nosotros con este motor. Es un motor, porque es el impulsor de nuestra acción, de dar a otros, de darnos a la vida… Un motor que sucede de forma independiente a lo que ocurre en cada momento. Es un motor que nos facilita vivir en paz con uno mismo y con los valores de cada uno. Creo que es importante encontrar ese motor dentro de nosotros que nos permita no vivir en la escasez emocional, física, mental y espiritual; es decir, que nos permite ser abundantes fuentes de amor en la medida de la fuente que seamos. Así que, te pregunto:

¿CUÁL ES TU MOTOR PARA DARTE A LOS DEMÁS?

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