Caramelos y Bombones- Aliento 13- Te Regalo un Aliento©

Todos estamos conformados de una materia muy concreta, todos estamos hechos de una pasta. De la misma forma que la sacarosa  está en la mayoría de los alimentos dulces que digerimos, a nivel humano, ocurre muy similar. La mayoría de los seres humanos aquí en la Tierra lo que queremos es sobrevivir. El hecho de prolongar nuestra vida lo máximo posible lleva siendo el motor inconsciente de la especie un buen tiempo ya. Esa es la pasta de la que estamos hechos y eso es lo que quiero tratar.

A pesar de que debemos de aceptar la idea de que la supervivencia es puramente física, en su fase más primaria, creo que en realidad y en el fondo, la supervivencia es existencial y la física, depende de esta y no al contrario. Una de las diferencias entre unos y otros es cómo llevamos a cabo esa supervivencia y qué mecanismos llevo a cabo para que la supervivencia sea un hecho sostenido en el tiempo a largo plazo más allá del intento. Con esto quiero decir que, «uno mismo» existe y desde este punto de vista, es por ello que ese «uno mismo» sobrevive.

Nos hemos preocupado y ocupado mucho por organizar y ordenar la supervivencia material, sin embargo, la supervivencia existencial no está todavía al mismo nivel de orden que la supervivencia física. Puede parecer contradictorio pero esta es la realidad de la que solemos partir. Ocurre que la preocupación por la supervivencia material, es una preocupación al fin y al cabo, y como tal, ocupa un espacio bastante amplio en nuestra vitalidad. En algunos casos, puede que sea lo único que ocupe el tablero de juego de la confianza en la vida material. No es que esta fase deja de tener prioridad, sino que cuando se cambia la naturaleza de la destreza de la cual parte para ser conseguida, el sistema existencial se organiza de una forma muy distinta. Muestras de esta supervivencia existencial se pueden ver en el arte, la ciencia, la investigación, descubrimientos, innovaciones, inventos, relaciones humanas, etc. Sin embargo, encontramos todas estas fases ligadas casi siempre al amparo —o desamparo— de la supervivencia física. ¿A dónde quiero llegar? Voy a explicarlo con ejemplo. La situación del ser humano en términos existenciales es como la de una persona con diabetes que ha conseguido poner una tienda de chucherías y golosinas para ganar el dinero justo. Aun teniendo los productos delante y aun decidiendo comerlos, no puede nutrirse de ellos porque su cuerpo se ha vuelto incapaz de asimilar la glucosa que necesita. Así que aquello que le puede nutrir nunca lo hace.

Lo que tiene la existencia humana es que es afectuosa en sí y para muestra de ello, el hecho de que tenemos la capacidad para reconocer que el afecto existe entre distintas culturas e incluso, especies. Con afecto, vivimos mejor, más tiempo, aprendemos más, tenemos un ánimo de mayor calidad, nos desenvolvemos mejor, nuestra creatividad aumenta, la capacidad para descansar y resolver problemas también, etc.

Receta 13

El miedo que tenemos impide la transmisión de afecto y a su vez, la escasez de afecto genera más miedo, de forma que podemos entrar en un círculo vicioso en el que nos vaciamos constantemente. Como todo vacío, hay que llenarlo y procedemos, según cada cual, a usar para ello lo que corresponda: un proyecto, un trabajo, una familia, un sueño, una situación ideal, una relación, alguna sustancia, la comida, etc. No es que esto sea bueno ni malo porque en realidad, dependerá de cómo procedo a realizar el llenado: ¿A costa de mí mismo? ¿A costa de otro? ¿Con expectativas y presiones? ¿Como acto de venganza? ¿Como muestra de poder? Etc. En resumen, mi negatividad y mi escasez quedarán en evidencia.

En el caso del abuso, lo más importante es saber que esa carencia afectiva propiciará el encuentro con los manipuladores y eso sí que resulta realmente perjudicial, porque por más que uno se lo cuente como se lo quiera contar, el que manipula no suele contemplar el cien por cien de la libertad del manipulado pero sí la suya, usando la necesidad de éste como justificación y poniéndolo así, en una situación de inferioridad.

Práctica: mírate al espejo o si lo prefieres, con los ojos cerrados, dite cuánto te quieres. ¿Cómo reacciona tu cuerpo? ¿Tu mente? ¿Tu estomago?

Nota: cuando tú te quieres y te tratas bien, el cuerpo se entera, por eso, quiérete aunque solo sea un poco. Desde este punto la enfermedad es menos enfermedad, la soledad menos soledad y la pena, el dolor y el sufrimiento, también son más pequeños.

Quererse uno mismo abre la puerta a la vitalidad y a la jovialidad: que no te vendan píldoras mágicas ni cuentos de príncipes y princesas. TÚ ERES TU GRAN AMOR, lo demás pueden venir o no, y si lo hacen, es desde la consecuencia del propio quererte.