Alergia a Jaén- Diario de mi Evolución© 2

Nací en Jaén y salí de allí a los veinte años. Lo cierto es que no estaba a gusto, me ponía de frente con lo que es mi debilidad como persona. Quiero dejar claro que me está costando trabajo aceptar lo débil que soy. Hay ciertas cosas que me hacen sentir tremendamente débil, como experimentar que mi vida no está en mi mano o que por ejemplo, los momentos en los que mi fragilidad emocional me hace ser vapuleada por otros. Voy mejorando con los años, antes me pasaba que me sentía en medio de un oleaje que me tragaba, luego pude ir sacudiendo los brazos y ahora, puedo pisar con los pies el suelo, aunque el oleaje siga azotando y tenga que hacer por permanecer de pie en equilibrio.

Jaén no es que sea una ciudad horrible, pero allí no creo que haya prosperidad para alguien como yo (tampoco creo que la haya en Salamanca, donde sus habitantes parecen vivir en una burbuja cincuentera estadounidense). La mayoría de la gente de Jaén se conforma con lo que hay, como si las cosas se valoraran solas. Los que las valoran no tienen el respaldo de las instituciones y los que se quedan trabajando e intentado que las cosas cambien me parecen que son tremendamente fuertes. ¿Sabes que allí hubo un bombardeo en la Guerra Civil en que murieron más o menos las mismas víctimas que en de Guernica? Yo me enteré hace poco y lo cierto, es que lo primero que me llamó la atención fue que, en ninguno de los círculos sociales por los que había pasado se había nombrado. Lo segundo, que no apareciera en ninguno de los libros de historia de ESO o bachillerato, si quiera en boca de ningún profesor. Pues este tipo de cosas son las que pasan en Jaén, que podrían tratarse y usarse como elementos catalizadores. Pero imagino, que se hace lo que se puede —lo que se quiere, como cuando destruyeron la ciudad íbera que se encontró en el actual barrio del Bulevar. Ni qué decir de los cincuenta millones de olivos que se plantaron y del aceite esplendoroso, que tampoco termina de estar lo valorado que debiera, ya aunque sea, por su gran valor para la salud.
Cada vez que voy a Jaén vuelvo como si me hubiese enfrentado a un maremoto. De la última aún me estoy recuperando. Además la última vez al volver, mi pareja me dijo que prefería que lo dejáramos. ¡La pareja! Otro buen tema del que hablar largo y tendido. Este caso y esta vez, no es tanto el quedarme sola, sino que él ha sido la persona que me ha escuchado y ayudado en la etapa más difícil de mi vida —hasta la fecha.
Creo que lo que me pasa con Jaén, además de lo ya expuesto, es que me recuerda esa parte de mi destino que parece no querer parar de repetirse, como el ajo. Muchas veces me pregunto: «¿ a qué le temo?», pero no encuentro respuesta, y eso podría considerarme una experta en el miedo. Es lo que tiene, por más experta que me pueda llegar a creer, el tema parece llegar a ser infinito.

En Salamanca, a junio de 2017.