LAS DOS CARAS DE LA COMODIDAD

Desde este plano terrestre no hay una sola energía (estado que determina nuestros cuerpos: físico, emocional, mental y espiritual) que no tenga sus dos polos. Uno de los polos es negativo y el otro es positivo, no tanto en sí por lo beneficioso o lo perjudicial que puedan resultar, sino por las dos formas diferentes que me ofrecen para experimentar. De la misma manera, encontramos que las acciones llevadas a cabo desde un polo u otro tienen el mismo efecto hacia nosotros o hacia nuestro entorno. Esto significa que si actúo desde el polo positivo de la energía creo y fomento esa forma energética en mí mismo y en mi alrededor. Y si actúo desde el polo negativo, ocurre lo mismo.

Ahora bien, ¿qué hay de la comodidad desde el polo negativo? Desde este polo la comodidad es lo mismo que estar parado, encontrarse totalmente quieto y sin ninguna necesidad de movimiento aparente. ¿En qué influye esto en nuestro día a día? La podemos encontrar con frecuencia como la energía que nos impide salir de nuestras zonas conocidas o áreas de confort y que además fomenta la proyección de un gran miedo a lo desconocido. Pongo un ejemplo: tengo un empleo que me aburre supinamente, además toda mi familia depende de mis ingresos; tal vez me planteo el dejar el trabajo pero en cuanto introduzco esta idea en mi sistema de creencias, algo salta y dice: “¿pero cómo voy a dejar de trabajar? ¿cómo vamos a comer? ¿cómo pagaré las facturas? ¿y si no sale bien?…” Y así, vuelvo al principio, al mismo estado de confort en el que existe un aparente bienestar. En realidad, cada razón que me pueda dar para no hacer lo que realmente quiero o para no salir de mis patrones está montada en torno a esta comodidad. ¿Por qué? Es muy sencillo, ¡así no tenemos que cambiar!
Así, nos topamos con el polo positivo de la comodidad. ¿Cuál es? Admitir que nosotros tenemos las riendas de nuestra vida y que no son las circunstancias o los momentos de vida los que nos impiden avanzar. Entonces, la comodidad, se convierte en un estado estable en el que existe un tiempo que me permite moverme hacia donde elijo moverme. Siguiendo el ejemplo anterior: este trabajo que no me gusta me ofrece la comodidad de tener una estabilidad durante la cual idear un plan o establecer unas alternativas viables que lleven a la consecución de lo que quiero. Tal vez sea, compartir la carga de los ingresos, encontrar otras formas más creativas de trabajar, etc. Es aquí donde se abre el mundo de lo desconocido que desde la comodidad en su polo negativo nos asusta y paraliza. Es aquí, donde me convierto en creador de mi vida, en el responsable de los caminos que elijo. Es aquí, donde empiezo a comprender que el destino es el resultado de mis propias elecciones según lo que soy en el momento presente.
Creo que es importante distinguir la comodidad de la FACILIDAD. La facilidad no es otra cosa que el resultado de permitirte crecer en la dirección en que lo haces. Como decía mi abuela: es más pensarlo que hacerlo. La dificultad sin embargo, además de ser ilusoria, aparece cuando queremos dar un salto mayor en un momento concreto del que estamos preparados para dar. Realmente, es fácil vivir la vida de la forma en que deseamos siempre que dejemos de obstaculizarnos.
Cuando empecé el libro de “El camino de la Flor de Lis” me abrumaba todo lo que tenía por delante para escribir. Podría decirse, que estaba muy cómoda en esa sensación de agobio que no me permitía concretar. Sin embargo, decidí no mirar más allá de las palabras que iba escribiendo. Es así como el libro ya casi terminado lo he podido escribir de forma fácil y fluida, siempre que no he sido el propio obstáculo. Las dudas, los miedos, los “qué dirán”… son nuestros obstáculos y aquellas excusas que nos ponemos para no hacer lo que realmente nos hace estar CÓMODOS, refiriéndome al polo positivo de la energía.

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